29.12.10

Historias de huesos y piedras (o de cómo la física se vio afectada por una sala de lectura y una piedra)



Cuando se visita la sala principal de lectura del museo británico en Londres se tiene una sensación extraña: es demasiado moderna en comparación con otras salas de lectura alrededor del mundo. Pero dicha modernidad se entiende cuando, al revisar la historia del museo británico (MB), nos enteramos que la sala fue idea del italiano Antonio Panizzi (1797-1879). En 1822 Panizzi fue forzado a exiliarse de Italia para evitar que lo arrestaran bajo el cargo de “revolucionario”.
Llegó a Inglaterra en 1823 y después de enseñar italiano en la ciudad de Liverpool se volvió profesor de italiano en el University College de Londres. En 1831 fue nombrado asistente de librero del MB y se volvió el librero principal en 1856. Panizzi tuvo la idea de construir para el nuevo sitio de lectura un cuarto redondo situado en el centro del patio principal del terreno que ocupaba, y ocupa hasta la fecha, el museo que abrió sus puertas en mayo de 1857. En el centro del patio existía un jardín público, detalle que fascina a los ingleses. Sin embargo, los orígenes del MB reposan sobre el testamento del doctor, naturalista y coleccionista Sir Hans Sloane (1660-1753), quien al momento de su muerte tenía una de las más grandes colecciones de curiosidades vista hasta entonces; alrededor de 71 mil objetos fueron donados al gobierno inglés del rey Jorge II, a cambio de un pago de 20 mil libras esterlinas que se debían entregar a sus herederos, con la condición de mantener los objetos intactos. Si la oferta era rechazada por el rey, entonces los objetos debían ser ofrecidos a centros de aprendizaje. ¡Inglaterra se sacó la lotería y 15 de enero de 1759 el “British Museum” como se conoce en inglés abrió sus puertas!
Hoy, el Museo Británico es uno de los más importantes del mundo, con cinco millones de visitantes al año y cuyo eslogan publicitario es “Aquí tenemos la historia de la humanidad”. Uno de los amigos de Sloane era un cirujano llamado William Cheselden (1688-1752), famoso por ser el médico personal de la reina Carolina, por conocer bien a Isaac Newton, por haber escrito un extensísimo tratado sobre los huesos titulado Osteographia, que incluía increíbles ilustraciones hechas con una cámara oscura, antecesora de la cámara fotográfica, y por remover cálculos biliares en ¡54 segundos! Parece rápido, pero sólo piensen que el procedimiento se hacía sin anestesia.
En 1726 el autor y anatomista Alex Monro (1697-1767) hizo algunos años después una copia del libro de Cheselden, pero sin ilustraciones. Monro era miembro de un pequeño grupo responsable de darle a Edimburgo su primera escuela de medicina y que los estudiantes sintieran que el dinero que aportaban para sus clases de anatomía estaba bien recompensado: el inhumar cadáveres casi recién enterrados. Monro tuvo que llegar a un acuerdo, muy dudoso por cierto, con las autoridades locales para que le entregaran los cadáveres frescos de criminales que habían sido ejecutados horas antes. Sin embargo, esta idea surgió de la época en que Monro estudiaba medicina en el sur de Londres, donde conoció a Francis Hauksbee el joven (1687-1763) quién inventó la increíble “máquina de influencia”, la cual consistía en una esfera de vidrio que podía girar al mover una manivela. Si se colocaba la otra mano sobre la esfera mientras esta giraba, la mano sobre la esfera quedaba eléctricamente cargada. La misteriosa influencia provenía cuando con la mano se podían atraer plumas e hilos.
Hauksbee había desarrollado esta máquina gracias a los experimentos que había hecho tratando de encontrar que se podía lograr con los recipientes donde se colocaban las velas si los colocaba en un buen vacío. Suena un poco ocioso pero en esa época la ciencia abarcaba muchísima información acerca de nada. Todo el mundo quería saber que se podía hacer con un buen vacío, especialmente el jefe de Hauksbee, Robert Boyle (1627-1691), quién había construido una bomba portátil para producir un vacío muy efectivo. Boyle había estado experimentando, por no decir jugando, con aire el tiempo suficiente para lograr enunciar la ley que describe el comportamiento de un gas a temperatura constante y que se conoce como ley de Boyle o como la llaman en Francia, la ley Mariotte. Es curiosísima la manera en que cambia la pronunciación de Boyle en francés, ¿verdad? Esto se debe a que Edme Mariotte (1620-1684) dijo que él había descubierto la ley al mismo tiempo que Boyle (o antes, de acuerdo a los franceses). En 1679 Mariotte confió ciegamente en el trabajo que había hecho Boyle pero nunca lo mencionó. Mariotte pasó mucho tiempo de su vida haciendo cosas similares; de hecho en otra ocasión confirmó el trabajo que había realizado uno de sus colegas, Pierre Perrault (¿1611?-1680), un hidrólogo quién había medido los niveles de lluvia y nieve en París y concluyó que en el río Sena, y en los ríos en general, el caudal es sólo una sexta parte de la cantidad de lluvia y nieve que se acumula en charcos a lo largo de todo un año. En 1697, uno de los hermanos de Perrault, Charles (1628-1703) quién era una persona demasiado impulsiva, ocupaba el cargo de ministro de cultura francés y además era poeta, prosista y narrador de historias, algunas de las cuales años después Disney llevó al cine (“La bella durmiente”, “Caperucita roja”, “El gato con botas”, “Cenicienta”, etc.) y también estuvo involucrado en un debate que casi le cuesta la vida: en un poema titulado “La época de Luis el grande”, Perrault “propuso” que los escritores modernos (los de su época, tales como Moliere o François de Malherbe) eran mejores que los escritores clásicos griegos o romanos. Su principal detractor en esta propuesta fue Nicolás Boileau (1636-1711).
Las cosas se pusieron realmente feas cuando Perrault mencionó que Platón era aburrido, lo cual llegó hasta Irlanda y no fue pasado por alto por uno de los literatos anglo-irlandeses más importantes; Jonathan Swift (1667-1745), quién por cierto es el mejor ejemplo de quién no hace caso de los refranes populares, particularmente aquél que reza “Se agradable con las personas en el camino de subida, puede que las necesites en el camino de bajada”. De no haber sido por la ayuda de la familia Berkeley, probablemente se hubiera muerto de hambre, y con todo y eso jamás trató de ser amigo de George Berkeley (1685-1753), que con el tiempo se volvería obispo y tendría un papel decisivo en la educación en Estados Unidos (la universidad en California se llama así en su honor) y quién publicó en 1704 “Una nueva teoría de la visión” en la que presentaba la revolucionaria idea de que lo que vemos no es precisamente verdadero, es decir, nuestro cerebro interpreta lo que los ojos ven por asociación de señales, lo que recibimos a través de los sentidos y lo mezcla con las cosas que ya tenemos guardadas en el cerebro. Esta teoría se conoció como “idealismo subjetivo” y eventualmente provocó el interés de quién descubrió las causas del astigmatismo en 1801.
El genio del que quiero hablar ya podía leer a los dos años, a los cuatro ya había leído la biblia dos veces. Para cuando tenía veinte ya sabía francés, italiano, hebreo, árabe, persa, turco y cinco idiomas más. Así que no es de sorprender que en 1799 cuando tenía veintiséis años de edad, Thomas Young (1773-1829) ya era profesor de filosofía natural en la Royal Institution y sus clases versaban sobre acústica, óptica, gravitación, astronomía, mareas, la naturaleza del calor, electricidad, clima, vida animal, vegetación, fuerzas de cohesión y capilaridad de los líquidos, la teoría de navegación, de cómo la hidrodinámica afecta a las reservas de agua, canales, puertos y muelles, técnicas de medición, formas comunes para bombas de agua y aire, nuevas formas de energía, ¿suficiente? Young también publicó una nueva teoría en la que planteaba que la luz probablemente era una onda y realizó un famoso experimento en el que hizo pasar luz a través de dos minúsculos agujeros que estaban adyacentes para producir un, ahora muy familiar, patrón de interferencia y anunció que la retina era sensible a todos los colores en función de tres colores primarios. Entonces volcó su atención a los jeroglíficos (¿no lo haría cualquiera de nosotros sabiendo todo lo que él sabía?) pero para nuestra tranquilidad, en 1814 Young no se enfrentaba a una tarea imposible, sino que tenía el camino relativamente despejado.
El 24 de agosto de 1799 el teniente Pierre-François Bouchard del ejército de Napoleón estaba apostado en la ciudad de Al Rashid, Egipto, cuando descubrió que la piedra en la que los soldados estaban jugando cartas tenía una inscripción particular acerca del rey Ptolomeo V en tres lenguas distintas: hierático, demótico y griego. Dicha piedra, una vez que Napoleón fue derrotado por los ingleses, fue reclamada como botín de guerra bajo los términos del tratado de Alejandría en 1801. Young comenzó a tratar de descifrar el texto lo cual no costó demasiado trabajo, aunque no logró descifrarlo completo. Su ventaja era que sabía griego. Young descubrió el carácter lingüístico de los llamados cartuchos que contiene la piedra y pudo identificar los nombres de Ptolomeo y Alejandro, extranjeros pero reyes a fin de cuentas. Pero en 1822 un brillante estudiante francés que mantenía correspondencia con Young logró descifrar los jeroglíficos asignando sonidos a los símbolos de los cartuchos. Jean-François Champollion (1790-1832) a quién la historia terminó bautizando como el “padre de la egiptología” nos mostró la naturaleza del texto escrito en la piedra que servía de mesa para jugar cartas. Young jamás aceptó las conclusiones de Champollion, pero pudo haber sido, más que por ego personal, por ego patriótico debido a la creciente tensión entre Francia e Inglaterra. Si alguna vez visitas Londres, no dejes de entrar al British Museum y en la entrada de la sala 4 de escultura egipcia encontrarás el secreto de Young y Champollion: La piedra Rosetta. Por cierto que la sala 4 está exactamente a la izquierda de la sala principal de lectura, una de las mejores del mundo en cuanto a catálogo en existencia se refieren.

Tomado de Circles de James Burke. Traducción JG Zahoul, o sea, yo. La foto es mía también.

28.11.10

De vuelta


Cuando decidí terminar las entradas en este blog en verdad me dolió. Dejé mucho en él. Hoy iba a escribir en el otro que abrí al cerrar éste pero, me dí cuenta que el ambiente de éste es propicio para el humor que traigo estos días: nostálgico.

Ahora suena en los audífonos Madredeus y la celestial voz de Teresa Salgueiro. Y si de por sí ando tristón, con la voz de la Salgueiro se me acrecenta el sentimiento.

Ya casi acaba el año y estas próximas fiestas pintan para ser más llevaderas que las del año pasado en que mi ánimo era un verdadero desastre. Haber perdido a mi papá y a mi abuela en cosa de un mes fue una experiencia terrible. El dolor era insoportable. Y aunque no quería sufrir, en verdad tuve que luchar contra mí mismo para no caer en lo que ya tantas veces había caído, la depresión y la dependencia a una maldita pastilla para sobrellevar la situación.

Creo que mi ánimo está como está por este maldito clima de inseguridad, de incertidumbre y de falta de oportunidades que hay hoy en mi país. Me da mucho coraje que habiendo tanto potencial y tanta gente que quiere hacer las cosas bien, siempre se antepongan el dinero y los intereses personales. ¿De qué sirve tener mucho dinero si no eres capaz de fomentar las artes y la ciencia de tu país?, es un desperdicio que en este país tan rico en cultura, historia y recursos sólo unos cuantos gozen de los privilegios que trae la explotación de dichos recursos y los demás, la mayoría, seamos sólo espectadores del saqueo. En muchos países del mundo, sobre todo en los de América latina, nos critican por no ser más pro activos en la política, como lo son los franceses por ejemplo. Nos han tachado de cobardes, de agachones y no se cuantos adjetivos más. En este país ni somos agachones ni cobardes, sólo egoístas. No queremos perder lo poco que tenemos, por muy poco que sea, y preferimos aguantar chingaderas del gobierno como desfalcos millonarios e impunidad absoluta a los que los cometen, asesinatos, una guerra encarnizada y sin sentido contra los narcos, aguinaldos de millones de pesos para los políticos, aumentos de risa loca en el salario mínimo, incrementos en los impuestos, discursos vacíos y retóricos de un presidente que sólo ha usado el poder para enriquecer más a los ricos y empobrecer más a los pobres y de paso llevarse de corbata a la clase media que se encuentra en vías de extinción y que, por cierto, mantiene al país.

¿Qué esperanzas de mejoría se tienen aquí si el sistema entero está podrido?, si la solución fuera la guerra armada yo no le entraría. La gente que ha tenido, por gusto o por obligación, que vivir una guerra civil considera que es la peor opción. Ahí está la de España con todos sus exiliados que viven o vivieron con un trauma de por vida, ahí está la de Líbano y sus cicatrices que no acaban de cerrar, ahí está la guerra de los Balcanes y su crueldad infinita que ha marcado no sólo físicamente a la gente, sino también les ha dejado heridas en la memoria y en el alma que no serán fáciles de borrar. Mi labor diaria consiste, en parte, en crear conciencia social para que las futuras generaciones que gobiernen este país, tengan claro a que se enfrentarán. Pero a veces parece que le hablo al aire. No siento que mis palabras alcancen a ser entendidas y honestamente me siento frustrado. ¿Será que ha llegado el momento de cambiar la estrategia que tanto tiempo ha servido? o ¿será que ya no sé como llevar a cabo mi obligación moral? Me siento en un dilema.
Incluso he pensado que lo mejor sería abandonar la nave y dedicarme a otra cosa, cuando no hasta irme del país, pero la verdad es que me sentiría como una de esas ratas que al primer ruido salen corriendo para no regresar jamás.

Por eso me siento así. Y la crítica de muchos de mis amigos y conocidos de que soy "muy clavado" es cierta, sin embargo ¿puede alguien ser tan indiferente a lo que está pasando? Yo no puedo, no sé como se le hace para que me valga madres todo y dedicarme a ver el fútbol, a tomar cerveza y a leer "el libro vaquero". Para mí, el darme cuenta de lo que pasa y tratar de que los demás abran los ojos ante la porquería de realidad que vivimos a diario, es , como ya dije, una obligación moral, una obligación que me autoimpuse al ir a la universidad y terminar una carrera. Ese es el verdadero espíritu de un universitario, no simplemente tener un papel que diga que eres egresado de tal o cual facultad y vivir en un mundo rosa.

Así me siento hoy.

24.8.07

Muchas gracias, pero adiós.

Damas y caballeros, este blog se despide.
Gracias a todos los que se dieron un tiempo para entrar a conocer un poco de lo que traigo adentro.
¿La razón?, muy simple: he de interiorizar.
Eso no me permite escribir.
Shine on.

31.7.07

A Antonioni

Todavía no me recupero de lo de Bergman. Apenas lo escribí hace unas cuatro horas y me entero de lo de Antonioni. No cabe duda que había mucha gente jugando ajedrez contra la muerte... y perdieron.
Mi relación con Antonioni es diferente de la de Bergman pero no menos intensa.
Lo descubrí en una época en que mi vida, emocionalmente hablando, era un desastre (no, no fue apenas ayer). Fue en 1996. Era un tranquilo día de clases normales en la facultad, si es que había alguno.
Ese día mi ánimo era tal que decidí perderme de todo y de todos. Llegué a la facultad, asisití a clase de siete y a las diez decidí que para mí el día había terminado. Mi ánimo era terrible, me sentía triste, solo, incomprendido, abandonado, confundido (insisto, fue hace mucho no en días recientes). Decidí recurrir a mi escape inmediato: leer (uno de los vicios que me dejó la universidad es traer conmigo un libro siempre). Pero la lectura ese día versaba sobre cosmología y la máquina de Türing ("La nueva mente del emperador" de Roger Penrose. Maravilloso, pero no apto para la depresión). Como la lectura me fue insuficiente, decidí recurrir a mi segundo escape cuasi inmediato (digo "cuasi" y no "casi" ya que "cuasi" es más cercano que "casi"): el cine.
Dado que era temprano y no era jueves, que era el día en que normalmente operaba el cineclub de la facultad, opté por irme al centro cultural. Vi anunciada "Al di la´delle nuvole" o "Más allá de las nubes". Un título perfecto si uno lo que quiere es escaparse aunque sea por dos horas (la gente que no sabe mucho de cine confunde esta maravilla con la porquería rosa de Cuarón "un paseo por las nubes")
Me sorprendió ver en la enorme sala del Julio Bracho sólo a una persona hasta la última fila. Al final sólo fuimos dos espectadores. Yo decidí sentarme enmedio y enmedio. Fue muy reconfortante no ver ni sentir a nadie a mi alrededor en un espacio tan grande, dado que eso era lo que buscaba.
La película comenzó y de repente apareció John Malkovich y al poco tiempo Jean Reno y Fanny Ardant y Peter Weeler e Inés Sastré. La película la dirigían Antonioni y Wim Wenders. Yo del primero no tenía referencia alguna, del segundo si por haber visto "Der Himmel über Berlin" o "Las alas del deseo" y "In weiter Ferne, so nah!" o "Tan lejos y tan cerca" o la maravillosísima "Bis ans Ende der Welt" o "Hasta el fin del mundo".
"Más allá de las nubes" está filmada en un tono ligeramente azul y presenta tres historias. Malkovich es un director de cine gringo que se va a Italia a buscar historias para filmar y son las tres que se presentan en la película. Además de que la película es una obra de arte, para rematar bien al momento de los créditos, la pantalla se torna azul cielo y comienza una canción de U2 que no había escuchado nunca "Your blue room". Nunca había experimentado una sensación de paz tan fuerte como la de aquel día. Antonioni me hizo recapacitar tantas cosas que no salió de la sala de cine la misma persona que entró. Si, ya se que soy muy clavado, pero era inevitable no sentirse diferente después de ver esa película, además del entorno: la sala cuasi vacía y mi estado de ánimo.
Después de esa película comencé a interesarme por la filmografía de Antonioni y descubrí "Zabriskie Point" que la musicalizó nada más ni nada menos que Pink Floyd, ¿cómo no me iba a gustar un director que contrató a dicho grupo para la música de un, por cierto, peliculón?.
En fin. Antonioni también se ha ido y al igual que Bergman nos dejó un legado maravilloso, digno de admiración y respeto. Desconozco si estarán en el cielo o en el infierno, pero lo cierto es que ambos podrán pasar pasar largas horas creando allá donde estén y el día que me muera por fin podré platicar con ellos.
Gracias señor Antonioni por haberme llevado a dar una vuelta Más allá de las nubes. Ahora Usted está ahí y espero que sea placentero, así como sus películas.
Ciao Michelangelo.

A Bergman

Ayer se fue un grande, un maestro, un artista, un loco, un poeta, un genio.
Ayer se fue Ingmar Bergman.
¿Porqué me duele?: A Bergman le debo haber conocido el cine como tal. Todavía siento la piel chinita después de haber visto el Séptimo sello por primera vez en el auditorio de la facultad mientras hacía tiempo para un examen de geometría. A partir de entonces el cine tomó una dimensión nueva para mí. Era mi primer encuentro con él.
Bergman me llevó a jugar ajedrez con la muerte en el Séptimo Sello, me llevó a conocer a una de las mujeres más hermosas que he visto en mi vida en Gritos y susurros y de paso me dejó la costumbre de escribir una cuartilla con mis pensamientos antes de salir a trabajar, tal cómo hacía dicha mujer, me llevó a entender que en una relación de pareja nada es normal como en Escenas de un matrimonio, me llevó a soñar que yo era como Papageno en la Flauta Mágica conquistando a la amada con bellísimos poemas y podría seguir recordando a dónde me llevó Bergman durante sus películas, pero hoy me siento triste porque ya no está. Ya no va a crear, ya no va a imaginar mundos, ni a retratar la realidad con toda su crudeza y su belleza.
Mi querido amigo Javier, quién comparte ésta pasión por Bergman conmigo, me contó alguna vez que él (Bergman) mientras decidía el nuevo guión para su próxima película, decidía internarse en un manicomio y después de varios meses de encierro levantaba el teléfono, hablaba con el productor y le pedía que pasara por él al manicomio: la idea del guión estaba lista.
Sólo un genio o un loco pueden escribir películas desde el manicomio: Lo puedo comparar con Ludwig Wittgenstein mientras escribió su Tractaus Logico Philosophicus en las tricheras de la primera guerra mundial.
Gracias señor Bergman por haberle dado a mi vida un nuevo matíz.
Gracias señor Bergman por haberme dejado admirar su obra y sentir que el mundo puede y es diferente.
Hoy la partida de ajedrez se ha terminado. Usted perdió y la muerte le espera, así como en la foto. Pero el mundo ganó a un genio y sobretodo nos quedamos con su legado para poderlo disfrutar en lo que nos queda de vida y perdamos la partida de ajedrez.
Gracias señor Bergman.
Ojalá que el día haya estado nublado.

4.7.07

San Marcial

La literatura es una de mis grandes pasiones. Recuerdo con tanto cariño esos primeros días en la facultad cuando abordaba un camión para llegar a la estación del metro Miguel Ángel de Quevedo y de ahí al metro Universidad. Cualquiera que haya viajado en metro sabrá que entre estas dos estaciones el trayecto es relativamente corto. Unos 10 ó 12 minutos. Sin embargo en ese corto trayecto de ida y vuelta tuve oportunidad de leer cosas maravillosas: "El nombre de la rosa", "El viejo y el mar", "Los hermanos Karamazov", etc.
Con el tiempo mi tipo de lectura se fue especializando hasta que descubrí a Shakespeare y en particular "La tragedia de Ricardo III". Dos párrafos en particular llamaron mi atención y se me quedaron grabados hasta hoy. Uno es el clásico "Mi caballo, mi caballo, mi reino por un caballo". El otro es aun más fuerte y siempre que leo este tipo de libros pienso en que momento de mi vida podré aplicar tal o cual párrafo o frase a alguna situación o evento particulares.
Hoy lo he descubierto.
El 30 de Junio pasado viví una jornada totalmente llena de sorpresas junto con la gente que tengo metida en el corazón desde hace años y que por el hecho de vivir en esta ciudad monstruosa, que tiende a separar,a aislar y hasta a desmembrar amistades, había dejado de ver. Fue un reencuentro lleno de magia, lleno de ilusión, lleno de amor, lleno de risas, lleno de pláticas, lleno de preguntas, lleno de esperanza, lleno de ánimo, lleno de palabras, lleno de abrazos, lleno de besos.
Ese día el calendario marca que debemos celebrar a San Marcial. El texto de Shakespeare alude a San Crispín, y sitúa la escena en Inglaterra. Así que con todo respeto para Don William me voy a permitir alterarlo, sólo un poquito, porque éste es el momento que tanto esperé para usar dicho párrafo:
"Esta historia la enseñará un buen hombre a su hijo, y desde este día hasta el fin del mundo la fiesta de San Marcial nunca llegará sin que a ella vaya asociado nuestro recuerdo, el recuerdo de nuestro pequeño grupo, de nuestro pequeño y feliz ejército, de nuestra banda de hermanos."
Gracias mis hermanos por estar junto a mí y pelear mil batallas de todo tipo.
Gracias mis hermanos por estar en lo momentos más duros de mi vida, cómo cuando perdí a mi mamá en 1983.
Gracias mis hermanos por estar conmigo un 2 de Septiembre de 1976 cuando entré por primera vez a la escuela que hoy nos vuelve a unir.
Gracias mis hermanos por estar conmigo un 30 de Junio de 1988, día que se terminaron las clases de secundaria.
Gracias mis hermanos por estar conmigo un 30 de Junio de 2007, en el reencuentro más feliz y emocionante que mi corazón haya vivido.
Gracias mis hermanos, tal como dijo Shakespeare: "Porque quien vierta hoy su sangre conmigo será mi hermano; por muy vil que sea, esta jornada ennoblecerá su condición. Y los caballeros que permanecen ahora en el lecho de esta escuela se considerarán malditos por no estar aquí, y será humillada su nobleza cuando escuchen hablar a uno de los que haya combatido con nosotros el día de San Marcial".
Gracias nobles Caballeros y dulces Damiselas.
Mi corazón se ennoblece de saberse junto al suyo.
Shine on.

25.6.07

De taxistas 1, o de cómo aprender filosofía por 20 pesos

Viajar en un taxi en esta ciudad se puede convertir en toda una aventura. Los mexicanos nos caracterizamos por tener un sentido del humor bueno. Para empezar nos reímos de todo y de todos. Por supuesto los taxistas no están exentos de esta manera tan particular de ser. Yo recorro distancias pequeñas cuando abordo un taxi y créanme que en todo el tiempo que lo he hecho, he aprendido muchas formas de ver la vida.
El otro día abordé un taxi en la esquina de Emilio Castelar y Oscar Wilde, en Polanco y le dije al taxista: "vamos a la condesa". Normalmente, si es que ando de un humor platicador, pregunto alguna tontería como para calar al taxista y si él también está de humor pues se entabla una plática, a veces divertida, a veces trágica, a veces dramática, a veces cómica.
A la que me estoy refiriendo hoy tuvo que ver con encuerados. Después de decirle al tipo "vamos a la condesa" sostuvimos la siguiente plática (palabras mas, palabras menos, pero la esencia se respeta):
  • ¿Y ahora no han anunciado marchas ni encuerados o algo por el estilo? (y yo lo preguntaba por el tráfico)
  • No mi joven, ahora parece todo normal.
  • Buuuuuueno, en esta ciudad ya que cosa no es normal, ¿no?.
  • Si mi joven, ya cada día vemos cosas peores y cada día se vuelven más normales.
  • Si, yo opino lo mismo, por ejemplo ¿qué tanto pedo por la foto de los encuerados en el zócalo, si a cada rato vemos marchas de encuerados por Reforma?.
  • Ándele mi joven, ese es un buen ejemplo, y mire ya hablando de eso, yo digo ¿no?, pues si tanto arte y tanta cosa pa´tomar una pinche foto en pelotas, yo digo, ¿no?, pues yo diría que el fotógrafo y todo el estaf que trae, si deveras lo quieren hacer bien, pues deberían también estar en pelotas y ahora si, nada de que me discriminas porque la tengo chiquita, o mira a esa vieja con nalgas de cebolla o que se me ve la celulitis, porque luego ve uno cada cosa mi joven, que pa´que le cuento. Ora imagínese que el fotógrafo también diga, "pues va, chingue su madre, aquí dejo mis ropitas y a tomar fotos se ha dicho". Eso si sería arte mi joven, que hasta el artista le entrara a su desmadre, porque que chingón ¿no?, "órale cabrones, a encuerarse" y yo desde aquí bien vestidito pues los retrato como dios los trajo al mundo, pero créame mi joven que si dios los hubiera visto, ni madres que los trae, pinches esperpentos, ¿a poco no mi joven?, yo digo, ¿no?.

A mi francamente me pareció maravillosa la visión de este señor. Fue tan honesto y tan directo que me hizo reír durante toda la tarde y me pude imaginar a Spencer Tunick (el que tomó las fotos en el zócalo) en pelotas tome y tome fotos.

Así que a predicar con el ejemplo y si abordan un taxi, platiquen con el taxista. A veces se lleva uno buenas impresiones de la gente que conoce uno mientras el taxímetro marca 20 pesos y se tiene uno que bajar.

16.6.07

¿19 años?

Lo dicho: ¿en verdad han pasado 19 años desde que dejé de ver a muchos de mis amigos?, hoy me parece que no, los siento tan cerca de mi. Con algunos sólo me he escrito por e-mail o cuando mucho una llamada por teléfono, con algunos otros he tomado café, he ido a cenar o hasta una cerveza hemos compartido.
Hoy ya no son mis amigos, son mis hermanos y lo serán toda la vida.
Gracias por este reencuentro, gracias por compartir sus vidas, sus recuerdos, sus emociones, sus sentimientos.
El 30 de junio nos unirá aun más de lo que estamos, pese a la lejanía.
Gracias por todo. Por lo que fueron, por lo que son y por lo que seremos de hoy en adelante y para siempre.
Los quiero.
Shine on.