Lo que soy

Ser profe es muy difícil. A veces el estómago no alcanza para digerirlo todo y los corajes se vuelven algo rutinario y terrible.
Tratar de que los alumnos entiendan, a veces me cuesta mucho trabajo. He pasado por la terrible etapa de la frustración personal y no es nada agradable.
Pero hoy que terminó el curso, mi vida diaria tomó un matíz diferente.
Mágicamente los malos recuerdos se fueron y sólo se quedaron los buenos.
Yo que he decidido actuar como Dios que nunca llora o como el diablo que nunca reza, ayer estuve a punto de quebrarme y llorar al despedirme de mis alumnos de sexto.
Hice algo que se llama "paredón", es decir me expuse ante ellos sentado en la tarima, sin escritorio de por medio y dejé que hablaran, aunque en realidad los quería escuchar.
Les pedí que me dijeran lo bueno y lo malo, lo mejor y lo peor, lo que había faltado y lo que había sobrado, lo que hubieran cambiado y lo que debo dejar.
No puedo describir con muchas palabras lo que sentí al escuchar lo que me dijeron.
Sólo conozco una que describe todas mis emociones: GRACIAS.
Gracias por darme lo que me dieron: amistad, cariño, confianza, detalles maravillosos (como el del día de mi cumple 34, que está en la foto).
Gracias por escucharme cuando dije cosas distintas al cálculo.
Gracias por compartir diez meses, difíciles a veces, maravillosos las demás.
Les deseo la mejor de las suertes. Yo, desde aquí, como Mafalda (desde esta humilde sillita), pensaré en Ustedes siempre y les enviaré mis mejores deseos.
Hoy, lo que soy se vuelve más importante que nunca.
GRACIAS ÁREA 2.
Shine on.