De vuelta
Cuando decidí terminar las entradas en este blog en verdad me dolió. Dejé mucho en él. Hoy iba a escribir en el otro que abrí al cerrar éste pero, me dí cuenta que el ambiente de éste es propicio para el humor que traigo estos días: nostálgico.
Ahora suena en los audífonos Madredeus y la celestial voz de Teresa Salgueiro. Y si de por sí ando tristón, con la voz de la Salgueiro se me acrecenta el sentimiento.
Ya casi acaba el año y estas próximas fiestas pintan para ser más llevaderas que las del año pasado en que mi ánimo era un verdadero desastre. Haber perdido a mi papá y a mi abuela en cosa de un mes fue una experiencia terrible. El dolor era insoportable. Y aunque no quería sufrir, en verdad tuve que luchar contra mí mismo para no caer en lo que ya tantas veces había caído, la depresión y la dependencia a una maldita pastilla para sobrellevar la situación.
Creo que mi ánimo está como está por este maldito clima de inseguridad, de incertidumbre y de falta de oportunidades que hay hoy en mi país. Me da mucho coraje que habiendo tanto potencial y tanta gente que quiere hacer las cosas bien, siempre se antepongan el dinero y los intereses personales. ¿De qué sirve tener mucho dinero si no eres capaz de fomentar las artes y la ciencia de tu país?, es un desperdicio que en este país tan rico en cultura, historia y recursos sólo unos cuantos gozen de los privilegios que trae la explotación de dichos recursos y los demás, la mayoría, seamos sólo espectadores del saqueo. En muchos países del mundo, sobre todo en los de América latina, nos critican por no ser más pro activos en la política, como lo son los franceses por ejemplo. Nos han tachado de cobardes, de agachones y no se cuantos adjetivos más. En este país ni somos agachones ni cobardes, sólo egoístas. No queremos perder lo poco que tenemos, por muy poco que sea, y preferimos aguantar chingaderas del gobierno como desfalcos millonarios e impunidad absoluta a los que los cometen, asesinatos, una guerra encarnizada y sin sentido contra los narcos, aguinaldos de millones de pesos para los políticos, aumentos de risa loca en el salario mínimo, incrementos en los impuestos, discursos vacíos y retóricos de un presidente que sólo ha usado el poder para enriquecer más a los ricos y empobrecer más a los pobres y de paso llevarse de corbata a la clase media que se encuentra en vías de extinción y que, por cierto, mantiene al país.
¿Qué esperanzas de mejoría se tienen aquí si el sistema entero está podrido?, si la solución fuera la guerra armada yo no le entraría. La gente que ha tenido, por gusto o por obligación, que vivir una guerra civil considera que es la peor opción. Ahí está la de España con todos sus exiliados que viven o vivieron con un trauma de por vida, ahí está la de Líbano y sus cicatrices que no acaban de cerrar, ahí está la guerra de los Balcanes y su crueldad infinita que ha marcado no sólo físicamente a la gente, sino también les ha dejado heridas en la memoria y en el alma que no serán fáciles de borrar. Mi labor diaria consiste, en parte, en crear conciencia social para que las futuras generaciones que gobiernen este país, tengan claro a que se enfrentarán. Pero a veces parece que le hablo al aire. No siento que mis palabras alcancen a ser entendidas y honestamente me siento frustrado. ¿Será que ha llegado el momento de cambiar la estrategia que tanto tiempo ha servido? o ¿será que ya no sé como llevar a cabo mi obligación moral? Me siento en un dilema.
Incluso he pensado que lo mejor sería abandonar la nave y dedicarme a otra cosa, cuando no hasta irme del país, pero la verdad es que me sentiría como una de esas ratas que al primer ruido salen corriendo para no regresar jamás.
Por eso me siento así. Y la crítica de muchos de mis amigos y conocidos de que soy "muy clavado" es cierta, sin embargo ¿puede alguien ser tan indiferente a lo que está pasando? Yo no puedo, no sé como se le hace para que me valga madres todo y dedicarme a ver el fútbol, a tomar cerveza y a leer "el libro vaquero". Para mí, el darme cuenta de lo que pasa y tratar de que los demás abran los ojos ante la porquería de realidad que vivimos a diario, es , como ya dije, una obligación moral, una obligación que me autoimpuse al ir a la universidad y terminar una carrera. Ese es el verdadero espíritu de un universitario, no simplemente tener un papel que diga que eres egresado de tal o cual facultad y vivir en un mundo rosa.
Así me siento hoy.
Ahora suena en los audífonos Madredeus y la celestial voz de Teresa Salgueiro. Y si de por sí ando tristón, con la voz de la Salgueiro se me acrecenta el sentimiento.
Ya casi acaba el año y estas próximas fiestas pintan para ser más llevaderas que las del año pasado en que mi ánimo era un verdadero desastre. Haber perdido a mi papá y a mi abuela en cosa de un mes fue una experiencia terrible. El dolor era insoportable. Y aunque no quería sufrir, en verdad tuve que luchar contra mí mismo para no caer en lo que ya tantas veces había caído, la depresión y la dependencia a una maldita pastilla para sobrellevar la situación.
Creo que mi ánimo está como está por este maldito clima de inseguridad, de incertidumbre y de falta de oportunidades que hay hoy en mi país. Me da mucho coraje que habiendo tanto potencial y tanta gente que quiere hacer las cosas bien, siempre se antepongan el dinero y los intereses personales. ¿De qué sirve tener mucho dinero si no eres capaz de fomentar las artes y la ciencia de tu país?, es un desperdicio que en este país tan rico en cultura, historia y recursos sólo unos cuantos gozen de los privilegios que trae la explotación de dichos recursos y los demás, la mayoría, seamos sólo espectadores del saqueo. En muchos países del mundo, sobre todo en los de América latina, nos critican por no ser más pro activos en la política, como lo son los franceses por ejemplo. Nos han tachado de cobardes, de agachones y no se cuantos adjetivos más. En este país ni somos agachones ni cobardes, sólo egoístas. No queremos perder lo poco que tenemos, por muy poco que sea, y preferimos aguantar chingaderas del gobierno como desfalcos millonarios e impunidad absoluta a los que los cometen, asesinatos, una guerra encarnizada y sin sentido contra los narcos, aguinaldos de millones de pesos para los políticos, aumentos de risa loca en el salario mínimo, incrementos en los impuestos, discursos vacíos y retóricos de un presidente que sólo ha usado el poder para enriquecer más a los ricos y empobrecer más a los pobres y de paso llevarse de corbata a la clase media que se encuentra en vías de extinción y que, por cierto, mantiene al país.
¿Qué esperanzas de mejoría se tienen aquí si el sistema entero está podrido?, si la solución fuera la guerra armada yo no le entraría. La gente que ha tenido, por gusto o por obligación, que vivir una guerra civil considera que es la peor opción. Ahí está la de España con todos sus exiliados que viven o vivieron con un trauma de por vida, ahí está la de Líbano y sus cicatrices que no acaban de cerrar, ahí está la guerra de los Balcanes y su crueldad infinita que ha marcado no sólo físicamente a la gente, sino también les ha dejado heridas en la memoria y en el alma que no serán fáciles de borrar. Mi labor diaria consiste, en parte, en crear conciencia social para que las futuras generaciones que gobiernen este país, tengan claro a que se enfrentarán. Pero a veces parece que le hablo al aire. No siento que mis palabras alcancen a ser entendidas y honestamente me siento frustrado. ¿Será que ha llegado el momento de cambiar la estrategia que tanto tiempo ha servido? o ¿será que ya no sé como llevar a cabo mi obligación moral? Me siento en un dilema.
Incluso he pensado que lo mejor sería abandonar la nave y dedicarme a otra cosa, cuando no hasta irme del país, pero la verdad es que me sentiría como una de esas ratas que al primer ruido salen corriendo para no regresar jamás.
Por eso me siento así. Y la crítica de muchos de mis amigos y conocidos de que soy "muy clavado" es cierta, sin embargo ¿puede alguien ser tan indiferente a lo que está pasando? Yo no puedo, no sé como se le hace para que me valga madres todo y dedicarme a ver el fútbol, a tomar cerveza y a leer "el libro vaquero". Para mí, el darme cuenta de lo que pasa y tratar de que los demás abran los ojos ante la porquería de realidad que vivimos a diario, es , como ya dije, una obligación moral, una obligación que me autoimpuse al ir a la universidad y terminar una carrera. Ese es el verdadero espíritu de un universitario, no simplemente tener un papel que diga que eres egresado de tal o cual facultad y vivir en un mundo rosa.
Así me siento hoy.
3 Comments:
Bienvenido de vuelta, venga la catarsis.
Que bueno que escribas en tu blog!
Bienvenido una vez más :)
Que bueno también que seas de los que se dá cuenta de la realidad...
A mi me gusta escuchar los discursos de Denise Dresser, así que no estás solo.
TQM
Pepe Zahoul, te imagino cantando el himno nacional mexicano para opacar el canto del himno nacional de E.U.A.
En un bar, en Casablanca, qué poca imaginación tengo jaja.
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