31.7.07

A Antonioni

Todavía no me recupero de lo de Bergman. Apenas lo escribí hace unas cuatro horas y me entero de lo de Antonioni. No cabe duda que había mucha gente jugando ajedrez contra la muerte... y perdieron.
Mi relación con Antonioni es diferente de la de Bergman pero no menos intensa.
Lo descubrí en una época en que mi vida, emocionalmente hablando, era un desastre (no, no fue apenas ayer). Fue en 1996. Era un tranquilo día de clases normales en la facultad, si es que había alguno.
Ese día mi ánimo era tal que decidí perderme de todo y de todos. Llegué a la facultad, asisití a clase de siete y a las diez decidí que para mí el día había terminado. Mi ánimo era terrible, me sentía triste, solo, incomprendido, abandonado, confundido (insisto, fue hace mucho no en días recientes). Decidí recurrir a mi escape inmediato: leer (uno de los vicios que me dejó la universidad es traer conmigo un libro siempre). Pero la lectura ese día versaba sobre cosmología y la máquina de Türing ("La nueva mente del emperador" de Roger Penrose. Maravilloso, pero no apto para la depresión). Como la lectura me fue insuficiente, decidí recurrir a mi segundo escape cuasi inmediato (digo "cuasi" y no "casi" ya que "cuasi" es más cercano que "casi"): el cine.
Dado que era temprano y no era jueves, que era el día en que normalmente operaba el cineclub de la facultad, opté por irme al centro cultural. Vi anunciada "Al di la´delle nuvole" o "Más allá de las nubes". Un título perfecto si uno lo que quiere es escaparse aunque sea por dos horas (la gente que no sabe mucho de cine confunde esta maravilla con la porquería rosa de Cuarón "un paseo por las nubes")
Me sorprendió ver en la enorme sala del Julio Bracho sólo a una persona hasta la última fila. Al final sólo fuimos dos espectadores. Yo decidí sentarme enmedio y enmedio. Fue muy reconfortante no ver ni sentir a nadie a mi alrededor en un espacio tan grande, dado que eso era lo que buscaba.
La película comenzó y de repente apareció John Malkovich y al poco tiempo Jean Reno y Fanny Ardant y Peter Weeler e Inés Sastré. La película la dirigían Antonioni y Wim Wenders. Yo del primero no tenía referencia alguna, del segundo si por haber visto "Der Himmel über Berlin" o "Las alas del deseo" y "In weiter Ferne, so nah!" o "Tan lejos y tan cerca" o la maravillosísima "Bis ans Ende der Welt" o "Hasta el fin del mundo".
"Más allá de las nubes" está filmada en un tono ligeramente azul y presenta tres historias. Malkovich es un director de cine gringo que se va a Italia a buscar historias para filmar y son las tres que se presentan en la película. Además de que la película es una obra de arte, para rematar bien al momento de los créditos, la pantalla se torna azul cielo y comienza una canción de U2 que no había escuchado nunca "Your blue room". Nunca había experimentado una sensación de paz tan fuerte como la de aquel día. Antonioni me hizo recapacitar tantas cosas que no salió de la sala de cine la misma persona que entró. Si, ya se que soy muy clavado, pero era inevitable no sentirse diferente después de ver esa película, además del entorno: la sala cuasi vacía y mi estado de ánimo.
Después de esa película comencé a interesarme por la filmografía de Antonioni y descubrí "Zabriskie Point" que la musicalizó nada más ni nada menos que Pink Floyd, ¿cómo no me iba a gustar un director que contrató a dicho grupo para la música de un, por cierto, peliculón?.
En fin. Antonioni también se ha ido y al igual que Bergman nos dejó un legado maravilloso, digno de admiración y respeto. Desconozco si estarán en el cielo o en el infierno, pero lo cierto es que ambos podrán pasar pasar largas horas creando allá donde estén y el día que me muera por fin podré platicar con ellos.
Gracias señor Antonioni por haberme llevado a dar una vuelta Más allá de las nubes. Ahora Usted está ahí y espero que sea placentero, así como sus películas.
Ciao Michelangelo.

A Bergman

Ayer se fue un grande, un maestro, un artista, un loco, un poeta, un genio.
Ayer se fue Ingmar Bergman.
¿Porqué me duele?: A Bergman le debo haber conocido el cine como tal. Todavía siento la piel chinita después de haber visto el Séptimo sello por primera vez en el auditorio de la facultad mientras hacía tiempo para un examen de geometría. A partir de entonces el cine tomó una dimensión nueva para mí. Era mi primer encuentro con él.
Bergman me llevó a jugar ajedrez con la muerte en el Séptimo Sello, me llevó a conocer a una de las mujeres más hermosas que he visto en mi vida en Gritos y susurros y de paso me dejó la costumbre de escribir una cuartilla con mis pensamientos antes de salir a trabajar, tal cómo hacía dicha mujer, me llevó a entender que en una relación de pareja nada es normal como en Escenas de un matrimonio, me llevó a soñar que yo era como Papageno en la Flauta Mágica conquistando a la amada con bellísimos poemas y podría seguir recordando a dónde me llevó Bergman durante sus películas, pero hoy me siento triste porque ya no está. Ya no va a crear, ya no va a imaginar mundos, ni a retratar la realidad con toda su crudeza y su belleza.
Mi querido amigo Javier, quién comparte ésta pasión por Bergman conmigo, me contó alguna vez que él (Bergman) mientras decidía el nuevo guión para su próxima película, decidía internarse en un manicomio y después de varios meses de encierro levantaba el teléfono, hablaba con el productor y le pedía que pasara por él al manicomio: la idea del guión estaba lista.
Sólo un genio o un loco pueden escribir películas desde el manicomio: Lo puedo comparar con Ludwig Wittgenstein mientras escribió su Tractaus Logico Philosophicus en las tricheras de la primera guerra mundial.
Gracias señor Bergman por haberle dado a mi vida un nuevo matíz.
Gracias señor Bergman por haberme dejado admirar su obra y sentir que el mundo puede y es diferente.
Hoy la partida de ajedrez se ha terminado. Usted perdió y la muerte le espera, así como en la foto. Pero el mundo ganó a un genio y sobretodo nos quedamos con su legado para poderlo disfrutar en lo que nos queda de vida y perdamos la partida de ajedrez.
Gracias señor Bergman.
Ojalá que el día haya estado nublado.

4.7.07

San Marcial

La literatura es una de mis grandes pasiones. Recuerdo con tanto cariño esos primeros días en la facultad cuando abordaba un camión para llegar a la estación del metro Miguel Ángel de Quevedo y de ahí al metro Universidad. Cualquiera que haya viajado en metro sabrá que entre estas dos estaciones el trayecto es relativamente corto. Unos 10 ó 12 minutos. Sin embargo en ese corto trayecto de ida y vuelta tuve oportunidad de leer cosas maravillosas: "El nombre de la rosa", "El viejo y el mar", "Los hermanos Karamazov", etc.
Con el tiempo mi tipo de lectura se fue especializando hasta que descubrí a Shakespeare y en particular "La tragedia de Ricardo III". Dos párrafos en particular llamaron mi atención y se me quedaron grabados hasta hoy. Uno es el clásico "Mi caballo, mi caballo, mi reino por un caballo". El otro es aun más fuerte y siempre que leo este tipo de libros pienso en que momento de mi vida podré aplicar tal o cual párrafo o frase a alguna situación o evento particulares.
Hoy lo he descubierto.
El 30 de Junio pasado viví una jornada totalmente llena de sorpresas junto con la gente que tengo metida en el corazón desde hace años y que por el hecho de vivir en esta ciudad monstruosa, que tiende a separar,a aislar y hasta a desmembrar amistades, había dejado de ver. Fue un reencuentro lleno de magia, lleno de ilusión, lleno de amor, lleno de risas, lleno de pláticas, lleno de preguntas, lleno de esperanza, lleno de ánimo, lleno de palabras, lleno de abrazos, lleno de besos.
Ese día el calendario marca que debemos celebrar a San Marcial. El texto de Shakespeare alude a San Crispín, y sitúa la escena en Inglaterra. Así que con todo respeto para Don William me voy a permitir alterarlo, sólo un poquito, porque éste es el momento que tanto esperé para usar dicho párrafo:
"Esta historia la enseñará un buen hombre a su hijo, y desde este día hasta el fin del mundo la fiesta de San Marcial nunca llegará sin que a ella vaya asociado nuestro recuerdo, el recuerdo de nuestro pequeño grupo, de nuestro pequeño y feliz ejército, de nuestra banda de hermanos."
Gracias mis hermanos por estar junto a mí y pelear mil batallas de todo tipo.
Gracias mis hermanos por estar en lo momentos más duros de mi vida, cómo cuando perdí a mi mamá en 1983.
Gracias mis hermanos por estar conmigo un 2 de Septiembre de 1976 cuando entré por primera vez a la escuela que hoy nos vuelve a unir.
Gracias mis hermanos por estar conmigo un 30 de Junio de 1988, día que se terminaron las clases de secundaria.
Gracias mis hermanos por estar conmigo un 30 de Junio de 2007, en el reencuentro más feliz y emocionante que mi corazón haya vivido.
Gracias mis hermanos, tal como dijo Shakespeare: "Porque quien vierta hoy su sangre conmigo será mi hermano; por muy vil que sea, esta jornada ennoblecerá su condición. Y los caballeros que permanecen ahora en el lecho de esta escuela se considerarán malditos por no estar aquí, y será humillada su nobleza cuando escuchen hablar a uno de los que haya combatido con nosotros el día de San Marcial".
Gracias nobles Caballeros y dulces Damiselas.
Mi corazón se ennoblece de saberse junto al suyo.
Shine on.